La semana pasada me enfrenté a una situación que no pude resolver. Esta publicación es mi conclusión personal luego de consultar el tema en LinkedIn con otros profesionales y acceder a la opinión de actores (actrices?) clave.
Durante 2020 me vi inmerso, por mi trabajo, en varias campañas donde la temática central era la recuperación o ampliación de derechos por parte de la mujer en el espacio público y privado.
La mayor parte de estas campañas fue más allá del mero objetivo comercial y genuinamente buscaron colaborar con un cambio de actitud en al sociedad. Esto se vió particularmente remarcado en las acciones motorizadas por organismos e instituciones públicas.
Usualmente mi rol en una campaña es el de planner. Es decir que mi trabajo es darle un marco, leer y definir el entorno en el que la campaña sucederá y definir discursos y objetivos. Sin embargo me encontré con un impedimento esencial para hacer mi trabajo. Ser hombre.
Que un hombre fuese quien interpreta la actualidad del movimiento feminista, define objetivos de una campaña feminista, selecciona mensajes y evalúa acciones a realizar va en contra del propio reclamo y lucha del movimiento y, por ende de la propia campaña.
En su momento reflexioné un rato sobre esto y llegué a esta conclusión : me parecía coyunturalmente correcto. Es decir, en algún momento los hombres deberán sumarse a la discusión del "por qué", el "cómo" y el "para qué" del movimiento feminista, pero ese momento no es todavía este momento.
Ergo, me abstuve de participar con mi opinión en estas campañas. Fueron las mujeres del equipo quienes lo lideraron.
Pasa el tiempo y me invitan a ser jurado en unos premios de Content Marketing y me encuentro ahora en la misma situación, pero desde una silla distinta. Si yo no podía responder aquellas preguntas a la hora de generar las ideas, ¿es correcto que ahora las juzgue?
Me volví a abstener. Pero mis compañeros (y compañeras) del jurado no estuvieron de acuerdo con esta moción. Eso me generó cierta incomodidad conceptual que tuve que resolver y opté por un doble camino. Por un lado, preguntar en LinkedIn a otros profesionales que hubiesen hecho en mi situación y, por otro, preguntarle directamente a quienes habían presentado una de las campañas feministas en el concurso publicitario.
Conclusión.
Por un lado, en base a las respuestas que obtuve, creo que hay dos grandes formas de enfocar esta pregunta (la de participar o abstenerse) que son las mismas que considerábamos a la hora de la propia realización de este tipo de campañas.
El primer camino es el del Know-How publicitario como centro. Es cierto que los publicitarios hacemos campañas de alimentos para perros sin ser necesariamente dueños de perros, o de turismo en la playa aunque nos guste más la montaña. Y como las hacemos las podemos evaluar. El expertise que varios mencionaron es el comunicacional.
El segundo camino es menos objetivo. Es decir que considera que la campaña no es un objeto que se puede analizar desde afuera. Somos sujetos y en este caso es imposible separarse de la propia campaña y de nuestro rol en el problema. Es como preguntarle a un ciudadano de una potencia colonial si una campaña de emancipación estuvo bien o mal pensada.
Sorpresivamente las respuestas que recibí en este caso, incluso de parte de quienes habían presentado la campaña más "combativa", "agresiva" o "incómoda" en los premios, fueron diferentes a las que escuche del movimiento feminista durante el año pasado. O al menos parcialmente diferentes. ¿Necesito amplios conocimientos particulares en feminismo o en comunicación para juzgar una campaña?
Claramente no se nos exige a los jurados conocer sobre todas las temáticas que tocan las campañas que votamos. ¿Es el feminismo algo distinto?
Al abstenerme de votar, al menos yo consideré que sí.
Obviamente todas estas posiciones son parciales, y yo voy a seguir por un tiempo absteniéndome de opinar y dejando ese espacio a las mujeres de los equipos en los que participe. Al menos hasta que sienta que haya una clara mayoría dentro del movimiento feminista que reclame la participación activa de los hombres en el debate.
Gracias por sus opiniones y participación.
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